Cristina Peri Rossi (1941-) Es una escritora uruguaya. Nació un 12 de Noviembre en Montevideo, Uruguay, en dónde vivió hasta que debido a la censura ejercida por el gobierno militar de la época, se exilió 1972 en España. En 1974 nuevamente tuvo que huir debido a que por intervención del gobierno uruguayo, no quisieron renovarle el pasaporte español, por lo que se iría con su amigo Julio Cortázar a París. Al año siguiente regresa a España y recibe la nacionalidad española, por lo que reside en este país hasta el día de hoy, en la ciudad de Barcelona. Cómo veremos más adelante, esta situación de exilio estará muy presente en su poesía.

Además de su trabajo como poeta, es muy reconocido, valorado su labor en la novela y el cuento, de los cuáles habría que dedicar otra publicación debido a lo prolífico de su producción literaria; de hecho ha publicado recientemente una novela titulada «La Insumisa»(2020). Otra área destacada fue la traducción, especialmente la obra de Baudelaire y Lispector.

La poesía de Peri Rossi es directa, incisiva y punzante. En ella, se puede apreciar por un lado un tono erótico, pero desde una sexualidad no heteronormada, en la cuál están muy presentes los sentidos (tacto, olfato, gusto, vista) y el cuerpo desde lo interior y exterior; organos, entrañas, miembros, sudor. Por otro lado, pero muy en relación con el primero está la presencia del amor, desde un romantiscismo emperdernido, pero que sabe aceptar la derrota, la finitud, el desamor. Y por último, una poesía del exilio desde lo testimonial y la nostalgia, que a través de los discursos de los exiliados y la geografía de lo perdido, va develando la fragmentación, el dolor y el porvenir. Todo esto a través de juegos lingüísticos llenos de ingenio y humor.

Dentro de sus influencias se pueden mencionar a Rimbaud, Safo, Mccullers, y los ya mencionados Cortázar, Baudelaire y Lispector.

Algunos de sus poemarios destacados son:

  • Evohé (1971)
  • Descripción de un naufragio (1974)
  • Diáspora (1976)
  • Lingüística general (1979)
  • Otra vez Eros (1994)
  • Aquella noche (1996)
  • Estado de exilio (2003)
  • Estrategias del deseo (2004)
  • Playstation (2009)

Algunos de los premios que ha recibido:

  • Beca Guggenheim (1994)
  • Premio Internacional de Poesía Rafael Alberti (2003)
  • Premio Loewe (2008)
  • Medalla Delmira Agustini (2013)
  • Premio Iberoamericano de letras Jose Donoso (2019)

A continuación una selección de su poesía:


Dedicatoria

La literatura nos separó: todo lo que supe de ti
lo aprendí en los libros
y a lo que faltaba,
yo le puse palabras.

1971


La suplicante

—Desnúdame.

—Pronúnciame.

—RECOGE el mantel del vientre.
Límpialo de las migas de la noche.
Tápalo.
Húndelo en el olvido del vestido.

SE VISTE y es como tapar una ciudad.

1971


Invitación

—Poeta, ven a ver lo que yo veo:
Hay una mujer que canta.

Una mujer que canta.
Una mujer que baila.
Una mujer que entibia el aire.
Una mujer que bate sonidos.
Una bailarina de palabras.
Una cantante.
Una balbuciente.
evohé
Una mujer que brama
una bacante
una silbadora
una gamita
un ave
una sibila

pero cuando me llames
que sea con la voz adoradora
de la loba en celo.

POR LA CALLE, venían tantas mujeres
que no pude pronunciarlas a todas,
en cambio, las amé una por una.

LAS MUJERES vienen de lejos,
a consolar a los poetas
de la decepción de las palabras.

LAS PALABRAS vienen desde lejos,
a consolarnos de la decepción de las mujeres.

1971


Vía Crucis

Cuando entro
y estás poco iluminada
como una iglesia en penumbra
Me das un cirio para que lo encienda
en la nave central
Me pides limosna
Yo recuerdo las tareas de los santos
Te tiendo la mano
me mojo en la pila bautismal
tú me hablas de alegorías
del Vía Crucis
que he iniciado
-las piernas, primera estación-
me apenas con los brazos en cruz
al fin adentro
empieza la peregrinación
muy abajo estoy orando
nombro tus dolores
el dolor que tuviste al ser parida
el dolor de tus seis años
el dolor de tus diecisiete
el dolor de tu iniciación
muy por lo bajo te murmuro
entre las piernas
la más secreta de las oraciones
Tú me recompensas con una tibia lluvia de tus entrañas
y una vez que he terminado el rezo
cierras las piernas
bajas la cabeza

                         cuando entro en la iglesia
                              en el templo
                              en la custodia
                         y tú me bañas.

1971


Escoriación

Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele, y arde el yodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma,
que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esa suerte de heridas,
escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoriaciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoriaciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.

1974


Manual del Marinero

Llevados varios días de navegación
y por no tener nada que hacer
estando la mar en calma
los recuerdos vigilantes
por no poder dormir,
por llevarte en la memoria
por no poder olvidar la forma de tus pies
el suave movimiento de ancas a estribor
tus sueños iodados
                                  peces voladores
por no perderte en la casa del mar
me puse a hacer
un manual del marinero,
para que todos supieran cómo amarte, en caso de naufragio,
para que todos supieran cómo navegar
en caso de maniobras
y por si acaso
hacer señales
llamar con la o que es roja y amarilla
llamarte con la i
que tiene un círculo negro como un pozo
llamarte desde el rectángulo azul de la ese
suplicarte con el rombo de la efe
o los triángulos de la zeta,
tan ardientes como el follaje de tu pubis.
Llamarte con la i
hacer señales
alzar la mano izquierda con la bandera de la ele,
subir ambos brazos para dibujar
-en el relente nocturno-
las dulzuras lúgubres de la u.

1974


Relación de tripulantes que participaron en el naufragio

Habiendo quedado solo
en altamar
a la deriva
me vienen a la memoria ardida
como olas a bordo
los nombres de los compañeros muertos/
desaparecidos
en travesía de mares y de países
lanzados a la noche
al agua a la intemperie
sin botes y sin remos
sin ropa que vestir
ni comida que comer:
los nombres
de los amigos muertos
de los desaparecidos
de los perseguidos por el huracán
de los acosados por vientos y marismas
de los aprisionados entre dos corrientes
de todos aquellos que emprendieron un viaje
lleno de riesgos y peligros
iluminados por la fe
conducidos por su buen ánimo
dispuestos a morir o a vencer
y a quien se los tragó el agua devoradora
los hundió una ola gigante
o en los intersticios del mar
todavía padecen la tortura de vivir muriendo
sometidos a la crueldad del naufragio.
Tristán, que tenía un lunar en la cara,
cerca de la frente
y por la noche aullaba en altamar,
por una rubia, fugaz.
Era valiente y trepaba el primero por el palo
mayor
para divisar la tierra o al enemigo
y ni siquiera suspiró cuando el mástil
quebrado por un torbellino
cayó sobre él, sepultándolo en el mar,
junto al recuerdo de una mujer rubia, fugaz.
Antonio Sánchez, maestre:
sombrío y taciturno,
huido de su país
y perseguido por los perros;
sabia cantar las canciones de su tierra
y nos contaba su pasado,
historias de prisión y muerte.
Álvaro Donati, marinero, veintiocho años:
dejó los hábitos, tomó el fusil
se echó a la mar, como un deber;
una ola venida desde lejos
lo barrió de borda ;fallecido.
Lo acompañaban un santoral,
y un manual de armas.
Juan Gómez, estudiante:
tres tiros en la cabeza,
disparados en la noche, a traición,
cuando atravesaba una calle solitaria
dejó papel y lápiz, una hija a medio hacer.
Pedro Fernández, navegante:
vino a navegación porque su padre fue marino
y había luchado contra los ingleses.
Marco Genovés, famosos físico:
nos enseñaba las secretas leyes
que rigen el movimiento de las cosas
Daniel Dionisio Méndez, arquitecto y constructor,
conocía los caminos del mar y del morir,
condujo a los compañeros por extraños laberintos
hasta traerlos sanos y salvos a la nave mayor,
protegidos por la oscuridad y la esperanza.
Muerto en servicio.
Rodrigo Torres, oficial de a bordo:
<Mejor morir de pie
que vivir arrodillados>, nos dijo,
en el primer momento,
cuando le fuimos presentados.
<Las esperanzas son pocas,
pero ningún buen navegante
debe renunciar por ello>,
las olas lo rodearon,
era un día de tormenta,
murió peleando contra ellas,
maldiciéndolas y dándoles manotazos.
Alonso, el cocinero,
no sabía nadar, no sabía tirar,
tenía lástima de los peces,
pena de los aves,
<Por lo menos me alisto, para cocinar>
fallecido el 27 de Junio,
devorado por un enorme tiburón;
y el abogado Marins, desaparecido
misteriosamente, mientras realizaba maniobras de rutina.
A García Morales lo dejamos en un puerto
clandestino, de un mar acogedor, en calma,
estaba enfermo, dolorido,
no quería cejar;
nunca más supimos de él.
Todos los otros nombres aparecen en los diarios.

1974


Plenilunio

Por cada mujer
que muere en ti
majestuosa
digna
malva
una mujer
nace en plenilunio
para los placeres solitarios
de la imaginación traductora.

1976


37

En sus ojos acuosos
hubiera navegado toda la vida
si no fuera
que no tienen orillas.

1976


38

Mira y despuebla,
contempla y aniquila,
no es tanto su poder
como el desvalimiento ajeno.

1976


Alejandra entre las lilas

He de morir de cosas así
Alejandra Pizarnik
(suicidada el 27 de septiembre de 1972)

I

Quizás fuera el nombre
dulce de Alejandra
o esas lilas de los muros
soplando en la noche densa
o fuera
la nocturna cacería
de palabras deslizándose
en el vidrio
que te precipitó a la muerte
en la solitaria
duración de un grito
a medianoche
cómplice de nombres oscuros
Impronunciables.

II

Palabra por palabra
hacías la noche
en las esquinas
que el silencio dejaba solas
acechándolas
omo si ellas fueran
las damas rojas de las revelaciones

III

Si palabra
a palabra
hacías la noche
susurrándola
—los sonidos más hermosos—
¿Cómo fue que aquella noche
no acudieron las palabras?
¿Cómo fuiste desterrada
desasistida,
dónde estaban los lilas cenicientos
de los parques,
dó las enredaderas de los muros
dónde las damas púrpuras y misteriosas,
dónde tu padre y tu madre?
—Acaso fuera el nombre dulce de Alejandra,
acaso las ceremonias de los parques—.
Acaso una dama roja que faltó a la nocturna
fiesta de palabras
acaso una que no cumplió su promesa
acaso alguien que no acudió a una cita
o un hastío de palabras —a veces pasa—
te precipitara más allá de los sonidos
una vez que todo lo hemos dicho
—lo hemos dicho todo—
y se yergue tenebrosa
la soledad de Alicia en el espejo, otro sí
Alejandra.

IV

Y en el silencio escondido adentro de la casa
y en el silencio que queda
cuando se van los amigos
en el silencio de los ceniceros
y los vasos ya sin agua
quisiste establecer la palabra exacta
sin saber
que el silencio y las palabras
son apenas agonías.

V

El nombre dulce de Alejandra
la simetría en los parques
una niña espantada
—hoy hay bruma en Barcelona—
París era una fiesta
que no quisiste compartir
cartas de los amigos
donde una jota o una i faltaban
el miserere nocturno entonado
por viejas lesbianas
una hoja en blanco
toujours
una hoja en blanco
la carta que no llega
la palabra que falta
alcanzan
para espantar a una niña.

VI

Alejandra
hoy veo un parque
una dama azul
los lilas de los muros
la maleza creciendo
hoy escucho
una canción lejana
una historia de princesas
y castillos
el adiós del verano
la cigarra.
Me desperté para decirte
que por la ventana
entra un olor a pino.

VII

Y el psiquiatra me preguntó:
—¿A qué asocia el nombre de Alejandra?—
El dulce nombre de Alejandra
el olor de los pinos y cipreses
casas rojas castillos medioevales
una dama en el umbral
muebles púrpuras
la prodigiosa simetría de los parques
una hoja siempre en blanco
delante del ojo que acaricia
la falta de sonido
los lilas de los muros
un dolor enfermizo por casi todo
el muelle gris
las cosas que sólo existen en jardines
para decir cuyos nombres
es necesario empezar por Alejandra
la antigüedad de algunas piedras
respiración entrecortada
la dificultad
para hacer amigos,
en fin, medianoches fatales
en que todo nos falta
especialmente
un amigo
una amiga
inolvidables.

VIII

Y además,
la extraña soledad de Alejandra
en la casa grande,
persiguiendo el sonido del agua
en los jardines
su manera de despavorirse por la ausencia
de una palabra,
en fin,
su fobia a los espejos
su manera secreta de moverse
de ser, en la casa grande,
la única sobreviviente
lejos los pájaros
y ya sin perros.

IX

Después de haberte leído entera
supe que habíamos hecho el amor
muchas veces —qué conflagración—
que tus orgasmos eran difíciles
acaso culpables
y que no iba a reprocharte
tu suicidio del mes de setiembre
el único orgasmo verdadero
lejos de París y de la calle Corrientes.

X

Después de haberte leído
los puntos y las comas
las metáforas tristes
y las niñas que llevabas
a lomos de los versos
sus pubis rosados
humedeciéndote el vestido
y los silencios
ah los silencios
esos silencios
que las niñas no hacen
porque gritaban
cuando tú las invitabas
a andar en barca
o cuando les regalabas
caballitos de juguete.

1976


Aplicaciones de la lógica de Lewis Carroll

Ningún fosil puede estar traspasado de amor.
Una ostra puede estar traspasada de amor.
Ella dulccemente depositaba el fosil
de la ostra que se había llevado a la boca
en el borde del plato. Lo contemplaba después
melancólica, con cierta ternura
-¿Es que acaso te dan pena?
-Amo su constitución, su textura, la frescura de su piel,
su áspero y antiguo sabor a mar.
Ninguna mujer que coma ostras puede estar traspasada de amor

II

Algunos ánades están desprovistos de poesía
no su ánade rosada,
no su ánade escondida,
no su ánade recóndita
no el gorjeo de su ánade por las noches
entre sábanas púrpura
y alfombras carmesí.
No su grito de ánade
cuando se siente penetrada.

III

Lewis Carroll fotografiaba niñas vestidas
y a veces fotografiaba niñas desnudas
por afición a la fotografía,
por afición a las niñas
a las cuales dedicó un libro terrible
Alicia en el país de los espejos,
libro que desagrada a todos los niños
y despierta la curiosidad de aquellos adultos
que quisieran fotografiar niñas vestidas
niñas a veces desnudas
pero no se animan a hacerlo por carecer de espejo.

IV

Lewis Carroll era un presbítero llamado
Charles Dodgson
que durante una caminata por un parque
se enamoró de una niña conocida suya
llamada Alicia
por lo cual escribió un libro para niños
cuya protagonista es una irritante mujer
disfrazada de niña y llamada Alicia.
La Iglesia había prohibido el estupro
a los sacerdotes jóvenes,
pero no la escritura.

V

Si Charles Dodgson no hubiera sido Lewis Carroll
seguramente hubiera sido El Estrangulador de Boston.

VI

Lewis Carroll inventó las maravillas
porque cuando nació ya se habían inventado los espejos,
por lo cual no pudo inventar ni la literatura
ni la matemática ni la lógica,
ni la violación de niñas.

VII

El reverendo Charles Dodgson
abandonó la Iglesia
cuando encontró en un espejo
una inscripción que decía
«Al viejo Charles Dodgson
le gustan las niñas».
Nunca supo si esa frase la había escrito
Lewis Carroll
o una muchachita, alumna suya,
llamada Alicia.
De todos modos, como el reverendo Charles Dodgson
era un hombre muy piadoso,
ese mismo día eliminó los espejos de su casa,
colgó los hábitos
y se dedicó a la fotografía.
Alicia escribió un libro
que se llama «Las maravillas de Lewis Carroll»

VIII

El viejo presbítero Charles Dodgson
amaba a Alicia, que amaba a Lewis Carroll,
que estaba enamorado de la lógica,
que no amaba a nadie,
porque carecía de espejo.

1976


Mensajes

Cómo amaba los manuscritos de tus manos
en la alfombra
en la mesa de todos los días
en los mansos atardeceres
en el polvo de la ventana
en la monótona arena de la playa
Mansas manos
mensajes monosilábicos

        Pero nunca supiste qué palabra escribías.

1979


Navegación

En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
                                        Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.

1979


La Pasión

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

1991


Las palabras son espectros

Las palabras son espectros
piedras abracadabras
que saltan los sellos
de la memoria antigua

Y los poetas celebran la fiesta
del lenguaje
bajo el peso de la invocación

Los poetas inflaman las hogueras
que iluminan los rostros eternos
de los viejos ídolos

Cuando los sellos saltan
el hombre descubre
la huella de sus antepasados

El futuro es la sombra del pasado
en los rojos rescoldos de un fuego
venido de lejos,
no se sabe de dónde.

1991


Distancia justa

En el amor, y en el boxeo
todo es cuestión de distancia
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo           digo tonterías
me echo a temblar
pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.

1994


Filosofía

Ante la esfericidad abstracta del planeta
la redondez turgente de tus senos pulidos
Ante la prepotencia de la razón
tu risa descabellada de amazona cáustica
Ante la caída internacional del comunismo
el desmoronamiento brusco de tu falda
Ante el proclamado Fin de la Historia
el nacimiento de un nuevo tu lunar en el hombro
Ante las guerras futuras
el estrabismo voluptuoso de uno de tus ojos
Ante la previsible muerte
la fricción de tu cuerpo desnudo
la humedad de las mucosas
el lamento vulvar.

1994


Después

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.

1994


Oración

Líbranos, Señor,
de encontrarnos
años después,
con nuestros grandes amores.

1997


Última entrevista

La última entrevista fue triste.
Yo esperaba una decisión imposible:
que me siguieras a una ciudad extraña
donde sólo se había perdido un submarino alemán
y tú esperabas que no te lo propusiera.
Con el vértigo de los suicidas
te dije: « Ven conmigo» sabiéndolo imposible
y tú -sabiéndolo imposible- respondiste:
«Nada se me perdió allí» y diste la conversación
por concluida. Me puse de pie
como quien cierra un libro
aunque sabía -lo supe siempre-
que ahora empezaba otro capítulo.
Iba a soñar contigo -en una ciudad extraña-,
donde sólo un viejo submarino alemán
se perdió.
Iba a escribirte cartas que no te enviaría
y tú, ibas a esperar mi regreso
-Penélope infiel- con ambigüedad,
sabiendo que mis cortos regresos
no serían definitivos. No soy Ulises. No conocí
Itaca. Todo lo que he perdido

1997


R.I.P

Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado      fenecido
finiquitado
occiso               perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
                        ¿porqué late todavía?

1997


I

Tengo un dolor aquí,
del lado de la patria.

2003


Carta a Mamá

Carta de mamá:
«Y si todos se van, hija mía,
¿qué vamos a hacer los que nos quedamos?»

2003


XXIII

Y vino un periodista de no sé dónde
a preguntarnos qué era para nosotros el exilio.
No sé de dónde era el periodista,
pero igual lo dejé pasar
El cuarto estaba húmedo estaba frío
hacía dos días que no comíamos bocado
sólo agua y pan
las cartas traían malas noticias del Otro Lado
«¿Qué es el exilio para usted?» me dijo
y me invitó con un cigarrillo
No contesto las cartas para no comprometer a mis parientes,
«A Pedro le reventaron los dos ojos
antes de matarlo a golpes, antes,
sólo un poco antes»
«Me gustaría que me dijera qué es el exilio para usted»
«A Alicia la violaron cinco veces
y luego se la dejaron a los perros»
Bien entrenados,
los perros de los militares
fuertes animales
comen todos los días
fornican todos los días,
con bellas muchachas con bellas mujeres,
la culpa no la tiene el perro,
sabeusté,
perros fuertes,
los perros de los militares,
comen todos los días,
no les falta una mujer para fornicar
«¿Qué es el exilio para usted?»
Seguramente por el artículo le van a dar dinero,
nosotros hace días que no comemos
«la moral es alta, compañero, la moral está intacta»
rotos los dedos, la moral está alta, compañero,
violada la mujer, la moral sigue alta, compañero,
desaparecida la hermana, la moral está alta, compañero,
hace dos días que sólo comemos moral,
de la alta, compañero,
«Dígame qué es el exilio, para usted»
El exilio es comer moral, compañero.

2003


Estado de exilio

muy pronto tan lejos bastante mal
siempre
dificultad palabras furiosa largo
extraño extranjero qué más el árbol
sólo miro diferente
todo
fuera más humano

2003


Estrategias de deseo

Las palabras no pueden decir la verdad
la verdad no es decible
la verdad no es lenguaje hablado
la verdad no es un dicho
la verdad no es un relato
en el diván del psicoanalista
o en las páginas de un libro,
Considera, pues, todo lo que hemos hablado tú y yo
en noches en vela
en apasionadas tardes de café
London, Astoria, Arlequín—
sólo como seducción…
en el mismo lugar que las medias negras
y el liguero de encaje:
estrategias del deseo.

2004


Panal

Tu sexo es un panal
donde mil abejas laboriosas
liban una miel que se me queda entre los dedos.

2004


Despedida de la musa

Ayer eché a la musa
por su mal comportamiento:
despojose de los velos
los vestidos las palabras
los versos los encajes
quiso ser ella misma
recuperar su identidad
habló de sus derechos femeninos
y reclamó su libertad.
Pobre musa sin poeta
pobre cuerpo sin investimento
pobre mujer sin quien la sueñe.
Sé lo que le pasa
la musa ha tenido envidia del poeta
ya no quiere ser musa
ahora quiere escribir versos.

2004


Once de septiembre

El once de septiembre del dos mil uno
mientras las Torres Gemelas caían,
yo estaba haciendo el amor,
El once de septiembre del año dos mil uno
a las tres de la tarde, hora de España,
un avión se estrellaba en Nueva York,
y yo gozaba haciendo el amor.
Los agoreros hablaban del fin de una civilización
pero yo hacía el amor.
Los apocalípticos pronosticaban la guerra santa,
pero yo fornicaba hasta morir
—sí hay que morir, que sea de exaltación—.
El once de septiembre del año dos mil uno
un segundo avión se precipitó sobre Nueva York
en el momento justo en que yo caía sobre ti
como un/cuerpo lanzado desde el espacio
me precipitaba sobre tus nalgas
nadaba entre tus zumos
aterrizaba en tus entrañas
y vísceras cualesquiera.
Y mientras otro avión volaba sobre Washington
con propósitos siniestros
yo hacía el amor en tierra
—cuatro de la tarde, hora de España
devoraba
tus pechos tu pubis tus flancos
hurí que la vida me ha concedido
sin necesidad de matar a nadie.
Nos —amábamos tierna apasionadamente
en el Edén de la cama
—territorio sin banderas, sin fronteras,
sin límites, geografía de sueños,
isla robada a la cotidianidad, a los mapas
al patriarcado y a los derechos hereditarios
sin
escuchar la radio
ni el televisor
sin oír a los vecinos
escuchando sólo nuestros ayes
pero habíamos olvidado apagar el móvil
ese apéndice ortopédico.
Cuando sonó
alguien me dijo: Nueva York se cae
ha comenzado la guerra santa
y yo, babeante de tus zumos interiores
no le hice el menor caso,
desconecté el móvil
miles de muertos, alcancé a oír,
pero yo estaba bien viva,
muy viva fornicando.
«¿Qué ha sido?», preguntaste,
los senos colgando como ubres hinchadas.
«Creo que Nueva York se hunde», murmuré,
comiéndome tu lóbulo derecho.
«Es una pena», contestaste
mientras me chupabas succionabas
mis labios inferiores.
Y no encendimos el televisor
ni la radio el resto del día,
de modo que no tendremos nada que contar
a nuestros descendientes
cuando nos pregunten
qué estábamos haciendo
el once de septiembre del año dos mil uno,
cuando las Torres Gemelas se derrumbaron sobre Nueva York.

2004


Para finalizar les dejo una conversación entre varias escritoras radicadas en España, entre ellas Peri Rossi, con respecto a la pasión amorosa. Está dividido en seis partes, acá les dejo la primera por si se animan a ver las otras cinco. Se puede ver/oír la perspicacia y humor de Cris.

¿Qué les pareció la poesía de Cristina Peri Rossi? Espero sus comentarios. Gracias por tomarse el tiempo y llegar hasta aquí

(La pintura de la entrada corresponde a: «El Sueño» de Gustave Courbet año 1866, mencionada en uno de sus poemas)

Actualización:

Les dejo también una conversación que se realizó posteriormente en el marco del grupo literario:

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